La puerta de ENTRADA en Masonería es pequeña, para hacer complicado el ingreso. Por el contrario la de SALIDA es muy grande.

martes, 2 de noviembre de 2010

EL SÍMBOLO EN GENERAL (aportación de FRANCISCO J. N.)

Una primera aproximación al significado de la palabra SÍMBOLO nos la proporciona la definición que de éste se da en el Diccionario de  la Real Academia Española de la Lengua, que lo define como “representación sensorialmente perceptible de una realidad (…)”. Esta definición tan académica y tan somera nos lleva a una primera conclusión, y es que el símbolo requiere la preexistencia de una realidad, y sobre esa realidad preexistente es sobre la que se proyecta una representación que ha de ser perceptible por los sentidos.

Por tanto, el símbolo es, en principio, una imagen, un sonido, algo tangible, que nosotros asociamos a un hecho concreto.

El símbolo es una de las formas más arcaicas del pensamiento humano, y ha impregnado todas las manifestaciones humanas desde el origen de los tiempos. El mundo de las imágenes, de los símbolos, existe desde mucho antes de que surgiera la filosofía y el racionalismo, y ha sobrevivido desde entonces hasta nuestros días, es decir, ha sobrevivido desde las pinturas que realizó en las cuevas el hombre del paleolítico hasta las actuales escrituras y mensajes urbanos.

Los símbolos han cumplido una función socializante e integradora. JUAN LUIS ARSUAGA, paleontólogo que dirige el proyecto Atapuerca, afirma que “la mente del homo sapiens era diferente a la de sus contemporáneos neanderthales. Junto a ello hay que situar nuestro fabuloso lenguaje articulado, al servicio de una capacidad única para manejar símbolos. Todos los símbolos son, por definición, patrimonio exclusivo de la comunidad que los ha creado y entiende.”

El símbolo encierra una realidad que sólo puede conocer aquel que la ha experimentado.
Etimológicamente, SÍMBOLO significa “signo de reconocimiento”, pues éste es el sentido exacto de la palabra griega symbolon, juntar, reunir.  El término primitivo se refería a un objeto partido en dos del que dos personas conservaban una mitad cada una, y posteriormente las transmitían a sus hijos. Estas dos mitades reunidas servían para que aquellos que las llevaran se reconocieran, y para demostrar las relaciones de hospitalidad que habían existido anteriormente. Es una realidad sensible que debe ser reunificada para convertirse en el “signo de reconocimiento”, pues, en caso contrario, decaería su razón de ser para transformarse en algo inútil.

Podemos concluir que el Símbolo es como la cerradura de la puerta que nadie puede abrir si no es con la llave que le corresponde exactamente.


EL SÍMBOLO EN LA MASONERÍA

La regla Masónica de las Logias Rectificadas, cuando habla de la perfección moral del masón, nos ordena el estudio del sentido de los símbolos y los emblemas que la Orden nos presenta.

¿Por qué esta necesidad de estudiar el sentido de los símbolos.? Porque el símbolo está presente durante toda la vida del francmasón como un elemento esencial en su formación. El francmasón aprenderá de ellos y los entenderá según sus propias motivaciones, sus creencias religiosas, sus principios morales o los valores éticos o humanos que le han impulsado a convertirse en francmasón.

El símbolo, como ya hemos visto, es una representación de una realidad preexistente, pero esa percepción de la realidad puede ser distinta, pues posee múltiples interpretaciones. La física, las ciencias empíricas, nos enseñan que una misma verdad puede variar, aun siendo una única verdad, ya que hay diferentes formas de acercarse a ella. Su interpretación depende del punto de vista que adoptemos. El principio de inercia nos enseña claramente como dos observadores situados en distinta posición pueden ver el mismo movimiento de dos vehículos, y ser su percepción de este movimiento distinto para uno y para otro, e incluso puede darse el caso de que no se vea el movimiento, aunque este exista. Por lo tanto, una misma verdad puede ser interpretada bajo diversos puntos de vista, y la percepción de ella puede ser para cada observador distinta, pero sigue siendo una única verdad.

En la Masonería esa realidad se manifiesta a través del SÍMBOLO. El símbolo está ahí, visible a todos, pero cada cual lo puede interpretar de un modo o de otro. Igualmente, nuestra propia percepción del símbolo irá variando en el transcurso de nuestra búsqueda, de nuestros aprendizajes y de nuestra mejora y progresión en el camino que hemos emprendido.

Los símbolos están presentes desde antes de que el hombre profano se convierta en francmasón. Cuando llega como hombre profano con la finalidad de someterse a su ceremonia de iniciación es introducido en la cámara de reflexión. Tal vez es ahí, en la soledad de la cámara, ante los símbolos que allí encontramos, donde se produce el cambio sustancial que hace que comencemos a convertirnos en una persona nueva. Los objetos que nos rodean son claros símbolos sobre los que inmediatamente comenzamos a reflexionar, y que ya nos están encaminando en la dirección adecuada.

El símbolo donde aparece el signo de la muerte con la leyenda “tú vienes a someterte a la muerte. La vida era impura y la muerte ha reparado la vida” es suficiente para que el profano asuma de un solo golpe el significado del paso que va a dar. Es uno de los primeros símbolos que encuentra y expresa una idea sobre la que rápidamente nos lanzamos a meditar, pues nos está sugiriendo ideas y sentimientos, y no hay que olvidar que quién se encuentra en la cámara de reflexión es un hombre que busca, que quiere aprender y mejorar, aspectos que nunca tendrán final, pues siempre buscaremos, intentaremos  y conseguiremos mejorar y continuaremos aprendiendo. Si a un biólogo le preguntásemos ¿Cuándo está totalmente estudiada una especie?, probablemente nos respondería que nunca. Al francmasón le sucede igual. Nunca terminará de buscar, aprender y mejorar.

Este símbolo (Plancha IX del Ritual de grado de Aprendiz) es el que permite que comiencen a florecer tus sentimientos más puros, aunque cada uno lo interprete, como hemos visto antes, según sus propias motivaciones, sus creencias religiosas, sus principios morales o los valores éticos o humanos.

La ceremonia de iniciación es, en sí misma, otro símbolo, pero, a diferencia de la cámara de reflexión, este carácter simbólico necesita ser explicado una vez recibido como francmasón, para que este conozca con exactitud el por qué de todo lo que ha ejecutado en la ceremonia, ya que sin esta explicación no podría comprender por sí sólo muchos de los aspectos que en ella tienen lugar.

Decíamos anteriormente que el símbolo encierra una realidad que sólo puede conocer aquel que la ha experimentado.

El aprendiz tiene presente cada vez que coge en sus manos el ritual de su grado el símbolo de su grado, que es una columna rota pero cuya base está sólidamente asentada. Es la antítesis del gigante con pies de barro. Es lo contrario de construir sobre una base sin solidez.

El aprendiz ya ha conocido e interpretado distintos símbolos y pone en relación unos símbolos con otros. Así podemos interpretar que el aprendiz, que ya se sometió a la muerte para convertirse en un hombre nuevo, ha iniciado su camino hacia el Templo de la verdad. Pero no estaba acabado y agotado en su esencia, sino degradado, lo que quiere decir que aún quedaba una base sólida, unos principios sobre los que poder trabajar. La ceremonia de iniciación le ha hecho renacer con una base sólida con la que empezar a trabajar sobre sí mismo para alcanzar la Luz que busca. Para ello comenzará desbastando la piedra bruta, es decir, eliminará prejuicios y todo aquello que le aleje o le distraiga en su búsqueda.

Como aún no sabe trabajar por sí solo su trabajo interior debe ser efectuado con la ayuda de otros Hermanos más avanzados en su propia búsqueda interior y que, por lo tanto, conocen mejor el camino que tendrá que recorrer en su perfeccionamiento.

Por lo tanto, otro símbolo, el mandil con la solapa levantada, nos puede hacer entender el significado de los otros símbolos que el aprendiz ha recibido e interpretado anteriormente, y nos indica el camino que lleva recorrido y el que le falta por recorrer su búsqueda de la verdadera Luz.

Cada uno de los símbolos que van presentándose al aprendiz es consecuencia de todos los símbolos que anteriormente ha experimentado y estudiado. El mandil con la solapa levantada implica que ya ha experimentado tanto la ceremonia de iniciación como la cámara de reflexión,  conociendo su carácter simbólico, y que sabe interpretar el significado de esos símbolos.   

En palabras del historiador jesuita FERRER BENIMELLI, “la Masonería se puede considerar desde su nacimiento como una escuela de formación humana que, abandonadas completamente las enseñanzas técnicas de la construcción, se transforma en una asociación cosmopolita que acoge en su seno a hombres de diferente lengua, cultura, religión, raza y convicciones políticas, pero que coinciden en el deseo común de perfeccionarse por medio de una SIMBOLOGÍA de naturaleza mística o racional, y de prestar ayuda a los demás a través de la filantropía y la educación.”

La Masonería también ha sido definida como “una Institución de iniciación espiritual por medio de símbolos.

En cualquier definición que encontremos de la Masonería se hace recalcar su manejo de símbolos, que constituyen una de las partes más importantes de ella, pues actúan como herramientas básicas para la evolución intelectual y progresiva de sus miembros.

En el Templo, la presencia de los símbolos de la masonería es constante, siendo unos de origen cósmico (el Sol, la bóveda celeste estrellada, la Luna); otros han sido tomados de oficios (escuadra, compás, mallete, plomada); otros vienen de la tradición caballeresca.

Como se ha dicho anteriormente, no hay que olvidar que los símbolos están presentes desde la ceremonia de iniciación de todo francmasón. El Código Masónico de las Logias Reunidas y Rectificadas de Francia, tal y como fue aprobado por los Diputados de los Directorios de Francia en el Convento Nacional de Lyon en 5.778, cuando define las cualidades y deberes de un verdadero francmasón, nos dice que “todo lo que ve y oye en la ceremonia de su recepción (…)”. Este VER Y OIR está presente en toda la vida del masón, lo cual nos pone de manifiesto un hecho, y es que una de las características de la labor pedagógica de la Masonería estriba en el uso del símbolo como canal de comunicación y la representación de conceptos e ideas con los útiles de los antiguos constructores medievales.

Para los masones, el Símbolo es un instrumento para aprehender la realidad cósmica y la realidad humana en toda su riqueza, complejidad y plenitud, que permiten constituir un modo de conocimiento y comunicación específico, que pueden favorecer una aprehensión más exacta del hombre y de la existencia humana.

El filósofo Ferdinand Alquié escribe que “los miembros de la masonería creen que los símbolos abren al conocimiento. Reconocen pues un saber que bebe de unas fuentes distintas de las que beben las ciencias.”

La función del símbolo es revelar una realidad inaccesible por otros medios de conocimiento, como puede ser la ciencia matemática o cualquier ciencia experimental.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

El Blog "La Masonera en Murcia" NO se hace responsable de los comentarios aquí aportado por los usuarios, siendo ellos únicos responsables de las opiniones vertidas.A pesar de lo expuesto, nos reservado el derecho de eliminar los comentarios que consideremos contrarios a ley o que no se adapten al perfil que se desea en este espacio.

Si encuentra algún contenido erróneo o inadecuado comuníquelo mediante email :
lamasoneriaenmurcia@gmail.com