LOS AUMENTOS DE GRADO INMERECIDOS
No se cual es más perjudicial: - Admitir un solicitante que es indigno, o promover un candidato que es ignorante de las preguntas y respuestas del grado.
El primero afecta lo externo, el otro el carácter interno de la Institución. Uno lleva el descrédito de la orden entre los profanos, quienes nos señalan con frecuencia, con sospecha y disgusto; el otro introduce la ignorancia e incapacidad en nuestras filas y deshonra la ciencia de la Masonería en nuestros propios ojos.
El uno cubre nuestros muros con piedras imperfectas y despreciables que dañan la hermosura externa y deterioran la fuerza de nuestro templo; el otro desmerece nuestros principios y valores con su confusión y desorden, y deja el edificio, ineficiente e inapropiado para los usos a que se destina.
Porque un adelanto precipitado o sin conocer el grado, es perjudicial y acarrea los más desastrosos efectos.
El conocimiento de los principios del grado, su ciencia y belleza, pueden solo adquirirse con un estudio largo y diligente.
De esto resulta que el candidato que precipitadamente pasa por su grado sin un debido examen de la moral y fines intelectuales, llega a la cima de nuestro edificio sin la necesaria y debida apreciación de la simetría general y relación que constituye el sistema completo.
El candidato precipitado y sin preparación de los conocimientos, de sus principios fundamentales para la recepción y comprensión del corolario que ha de deducir de ellos, encuentrase inapto y siempre observará el sistema como "una masa ruda e indigesta", de ceremonias frívolas y conceptos pueriles, cuyo valor intrínseco, en ningún modo adecuado remunerable su tiempo y molestia, así como el gasto incurrido en su iniciación forzada. Entonces para él, la Masonería será incomprensible, como lo era la estatua de Isis cubierta con su velo hacia sus adoradores ciegos y en consecuencia llega a convertirse, en un zángano inútil en nuestro colmenar, o precipitadamente se retira con el disgusto de haber tenido participación en nuestras labores.
Pero el candidato que con un paso lento y cuidadoso, prosigue a través de nuestro templo místico, desde su pórtico hasta su santuario, deteniendose en sus progresos para admirar sus bellezas y estudiar los usos de cada una, aprendiendo mientras avanza, "línea sobre línea y precepto sobre precepto", es gradual e imperceptiblemente infundido en grande admiración por la Institución, tanto por el amor a sus principios, como por la apreciación justa de su designio como inconservador de la verdad divina, y un agente de la civilización humana, hasta que al fin, se siente inclinado al contemplar el conjunto hermosos del edificio acabado, y exclama entonces como lo hizo la admirada Reina de Sheba; "Un Maestro Excelentísimo debe haber hecho todo esto".
Debemos saber que ni el "tiempo ni las circunstancias" deben permitirse interponerse en la consecución del conocimiento necesario, pues su ausencia nunca debe ser la excusa. Nada remediará el mal del adelanto precipitado e incalificado del candidato a un más alto grado.
Después de examinados estos puntos sobre la necesidad de un examen cuidadoso en los derechos de un candidato para su adelanto en la Masonería , y la necesidad, para su propio bien como para el de la Orden que todos deben prepararse debidamente para una promoción, debemos inquirir en seguida de las leyes de la Masonería, por las cuales la sabiduría, la experiencia de nuestros predecesores han creído prudente guardar, como son los intereses de la Logia y de su futuro, evitando un adelanto de incompetencia y falta de conocimientos.
Este asunto ha sido extensamente tratado en "El libro de texto de jurisprudencia Masonica" de Mackey.
Y sobre el mismo podemos sacar a modo de síntesis y conclusión que estos indiscriminados y poco analizados aumentos de grado demuestran un degrado en virtudes de los Maestros que lo admiten y aceptan , y solo logra el triste afán de alguien que no es capaz de conseguir con el trabajo honesto y el merito que solo dan los hermanos que valoran estas cualidades y se esmeran en estudiar y prepararse.
El daño que causan estos actos hacen que muy buenos HH:., cumplidores de sus responsabilidades en cualquier puesto y que con sacrificio cumplen con sus obligaciones, se ven y sienten burlados al sentirse hechos a un lado, indignados y tristes, o lo peor, con una visión distorsionada de la Masonería por los amiguismos o favores profanos que observan por encima de los valores y sistema de la Orden.
Con el fin de que nuestras autoridades y maestros ayuden a una mejor formación y un justo premio a los queridos HH:., así como un mejor control en la calidad de los propuestos mas la responsabilidad de los proponentes, creo que estos son legítimos reclamos que albergan los HH:., que aspiran que la Masonería no deje de ser "el Arte Real" y se convierta en un club de amiguismos.
CESAR U. P.
Centenaria Aug.: y Resp.: Log.: LIBERTAD Nº 4
(Oriente de Paraguay)